Los espacios que habitamos tienen una influencia en nuestro estado de ánimo, en nuestro comportamiento y en nuestras disposiciones, mucho mayor a la que nos podríamos imaginar. En muchos casos ni siquiera somos conscientes del efecto que producen en nuestra vida diaria.
Existen estudios realizados en donde se ha analizado el comportamiento de las personas según el lugar en el que trabajan y se ha encontrado que hay una relación muy clara entre la productividad y el diseño del espacio de las oficinas siendo más creativos y alegres los equipos que trabajan en espacios con diseños divertidos luminosos y más estéticos que los que trabajan en lugares aburridos y sin gracia. También existe una relación con el tema de la iluminación. Por otro lado, en los últimos 10 años he entrevistado a más de 100 familias con las que he tenido el privilegio de colaborar en el diseño de sus casas y he encontrado que el 97% de ellos coinciden en que después de invertir recursos en transformar el espacio en el que se desenvuelven la mayor parte del tiempo, las disposiciones de los miembros de la familia se modifican para bien.
Esta información es muy interesante, pues teniendo conocimiento de ella sabemos que es posible mejorar la percepción del espacio, pero sobre todo y aún más importante, sabemos que es real que nuestra sensación en un espacio nos ayuda a mejorar nuestro bienestar.
Crear espacios que nos permitan disfrutar momentos memorables con nuestra familia y que nos faciliten crecer como personas, diseñar de acuerdo con lo que somos y lo que pensamos, y optar decididamente por lo que en verdad nos agrada, tendría que ser siempre una prioridad. Tenemos que tomarnos muy en serio el tema de la transformación de los espacios que habitamos para poder disfrutar de una vida saludable, plena y feliz.
Dedicar tiempo a reflexionar sobre lo que nos agrada y por qué, es una cuestión esencial para encontrar nuestro propio estilo de vida. Nunca es tarde para plantearnos ¿cómo nos gustaría vivir? ¿Con qué estilo nos identificamos? ¿Qué nos motiva y por qué? Reflexionar sobre estas cuestiones nos permitirá aprovechar las posibilidades que ofrece el interiorismo para influir positivamente en nuestra vida diaria. Reconocer la propia identidad es el primer paso para la creación de una casa bella que nos ayude a gozar del transcurrir de la vida.
Identificar la condición de ser únicos conlleva una compleja riqueza cuyo descubrimiento requiere un tiempo y un esfuerzo intelectual. Es imprescindible conocernos a profundidad y darnos un tiempo para identificar nuestras necesidades reales. Reflexionar acerca de nuestras preferencias, nuestros gustos y nuestros sueños nos permitirá definir quiénes somos. Descubrir nuevos registros que nos permitan captar nuestra vida con una luz más intensa, nos llevará a no depender de lo que los demás piensan o esperan de nosotros.
A partir del encuentro con nuestras afinidades, podremos emprender un proyecto para desarrollar el diseño de nuestra casa. Para comenzar, tenemos que precisar lo que nos gusta y descartar lo que no nos identifica; de esta manera, podremos acercarnos a lo que realmente nos entusiasma, nos ilusiona y nos encamina a la felicidad.
La identidad es lo que nos hace ser nosotros mismos. No podemos tenerlo todo, por eso es necesario asumir un estilo que nos identifique y que, a su vez, nos distinga de los demás. Hay que considerar que nuestra individualidad es una de nuestras mayores riquezas y que, de nuestro interior, deberá surgir la luz para alumbrar a los que nos rodean.
Afirmar la propia identidad no supone en modo alguno oponerse a la de los otros; implica no dejarse anular por las influencias externas. Tengamos en cuenta que la uniformidad esteriliza la creatividad y que es reconfortante saber que nuestra casa es un refugio único, lleno de historia, de recuerdos y de significado para nuestra existencia.
No olvidemos que el espacio en el que habitamos y en el que nos desenvolvemos tiene un mayor efecto sobre nosotros de lo que podemos suponer, ya que es capaz de transformar nuestros hábitos, actitudes y disposiciones. La manera en la que nuestra casa está habilitada, iluminada y ordenada define en gran medida quiénes somos.
Ubicar claramente los elementos con los que contamos, entendiendo las dimensiones del espacio, analizando sus características e identificando el presupuesto del que disponemos, nos permitirán optimizar el diseño dentro de nuestras verdaderas opciones. Atenerse sobriamente a la realidad es un principio de sabiduría del cual hemos de partir para que nuestros proyectos sean realizables. Tener sueños es necesario y trabajar para alcanzarlos es una buena práctica; esforzarnos por obtener lo mejor es algo por lo que siempre tenemos que luchar.
Conseguir que nuestro estilo de vida se adecúe a nuestro pensamiento, buscando vivir en espacios luminosos y alegres es primordial. El dilema se reduce a vivir de acuerdo a cómo pensamos para no terminar pensando de acuerdo a la forma en que vivimos.
[…] ambiente bien iluminado por luz natural puede crear un espacio más agradable y relajante, lo que contribuye a un entorno habitable y cómodo. Esta conexión con la naturaleza puede evocar una sensación de lujo y tranquilidad en el diseño […]
[…] Tener en cuenta que la belleza está más cerca de la sencillez que de la ornamentación excesiva, nos guiará a crear un ambiente en el que nos sintamos a gusto. Nunca la cantidad, por sí misma, ha sido garantía de éxito. Debemos buscar siempre la calidad sin olvidar una de las máximas del diseño: “menos es más”. […]
[…] • Disfrutar el espacio. […]
[…] queremos tener un estilo de vida que nos haga más plenos y nos ayude a alcanzar nuestros sueños, es necesario vivir en un ambiente […]